Pecadores y pecadoras by Federico Andahazi

Pecadores y pecadoras by Federico Andahazi

autor:Federico Andahazi [Andahazi, Federico]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T00:00:00+00:00


V.

Los sesenta:

los nuevos años locos

1.

Frondizi y la tía Margarita

En sus postrimerías, la dictadura militar que derrocó a Perón en 1955 contaba con indicios muy concretos para saber que el justicialismo seguía siendo la fuerza política más numerosa del país, a pesar —e incluso a causa— de la férrea proscripción al que fue sometido. Cuando en 1956 el general Aramburu declaró nula la Constitución de 1949, se topó con el cuestionamiento legal de diversos sectores: cómo un gobierno de facto podía atribuirse la potestad de reformar la Constitución desde el momento en que su autoridad se basaba en la violación de la misma Carta Magna. De hecho, la decisión de Aramburu derivó en una crisis con la Corte Suprema de Justicia. Para enmascarar el fraude y vestir este atropello con un manto de legalidad, el régimen resolvió convocar a una Convención Nacional Constituyente que convalidara la derogación de la Constitución de 1949. Así, los convencionales deberían ser electos por la voluntad popular. Pero, como no podía ser de otra forma, el espíritu democrático del gobierno militar tenía un horizonte estrecho y un límite muy preciso: el peronismo quedaba excluido de la posibilidad de ser elegido y tener representación en la convención. Desde el exilio, Perón llamó a votar en blanco. Entonces la fidelidad al viejo líder quedó literalmente expuesta blanco sobre negro: en las elecciones del 28 de julio de 1957 el voto en blanco se quedó con la primera minoría superando a todas las fuerzas políticas que se presentaron. Pero, claro, el peronismo, cuyo caudal subterráneo se hizo manifiesto en los masivos votos en blanco, estaba amordazado y no tuvo representación en la Convención Nacional Constituyente. Este antecedente permitió a la dictadura pronosticar el resultado de las elecciones generales convocadas para el año siguiente y, en consecuencia, tomar nuevamente medidas proscriptivas.

Con el Partido Justicialista otra vez prohibido de cara a las elecciones de 1958, Perón y Frondizi negociaron a través de sendos delegados, John William Cooke y Rogelio Frigerio, el apoyo del general exiliado en España a la candidatura de Frondizi. A cambio de este aval, el candidato por la Unión Cívica Radical Intransigente se comprometió a legalizar la CGT y a levantar la proscripción del peronismo. Con el determinante caudal electoral del justicialismo prohibido, Arturo Frondizi triunfó ampliamente en las elecciones del 23 de febrero de 1958, imponiéndose por más de 4 millones de votos, cerca del doble de los sufragios que cosechó la fórmula Balbín-Del Castillo por la UCR del Pueblo. Arturo Frondizi asumió la presidencia el 1.º de mayo poniendo fin a la oprobiosa dictadura militar de Pedro Eugenio Aramburu.

Durante su gobierno se acuñó el término «desarrollismo» para describir el perfil de su administración. A diferencia de las políticas industrialistas del peronismo, basadas en el apoyo a la producción nacional mediante la intervención del Estado, la gestión de Frondizi, signada por las ideas de Rogelio Frigerio, impulsó la industria pesada mediante la radicación en el país de empresas multinacionales. Este esquema de producción, que afectaba principalmente a



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